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En Casa de la Hermandad de Jesús de Medinaceli

por forttaleza
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Bernardo Castillo me recibe literalmente con los brazos abiertos. Quedan dos días para la procesión del Jueves Santo, y hoy martes comienzan los preparativos del paso que procesionará a Jesús. “Esta casa está abierta a todos” me dice. Y así es. Aunque siguen viéndose mascarillas entre los Hermanos en las tareas de preparación del paso, se nota que lo peor cada vez se ve más lejano. Se vislumbra el desahogo y la alegría entre ellos, el gozo tras el sufrimiento después de estos años de pandemia. También se entrevé la prudencia por mantener las medidas de seguridad, y así son las indicaciones dadas a los penitentes en esta Semana Santa.

Me presento ante Bernardo como foráneo y le ruego tenga paciencia conmigo por mi desconocimiento. Hace muchos años tuve la oportunidad de conocer la procesión de la Oración y Juicio de Cristo en donde la imagen de Jesús de Medinaceli y sus Hermanos procesionan, y no se olvida. Ver la devoción de todo un pueblo a Jesús, tampoco.

Antes de ir a conocer la Casa de la Hermandad pude leer un poco de la historia de la imagen de Jesús de Medinaceli en Tomelloso, pero fueron las palabras de su Hermano Mayor las que enriquecieron considerablemente lo que había leído. Fueron esos detalles que sólo suelen conocerse con el contacto humano los que precisamente buscaba y por fortuna los encontré. 

Bernardo me mostró con calma las señas de identidad de la Hermandad y consiguió transmitirme ese sentimiento que viven desde dentro todos los Hermanos. Sin duda, algo difícil de apreciar si no se tiene la suerte de conocer de forma íntima la devoción que les mueve.

Buscando una cronología Bernardo me contó que la imagen fue donada por Emiliano Burillo Cepeda en cumplimiento de una promesa que ofreció a Jesús por su hijo. El pasado 1 de marzo se cumplieron 70 años que la Hermandad fue erigida canónicamente. Desde el 2019 cuentan con su propia Casa que les permite tener recogidos y ordenados en un mismo lugar todo el patrimonio de su labor. A lo largo de su historia, en ocasiones, las propiedades custodiadas en las distintas familias de la Hermandad llegaban a permanecer años sin ser utilizadas y ha sido, en estas últimas décadas, una constante de la Hermandad la de rescatar de sus custodias las distintas ornamentaciones: los candelabros del primer trono, unas columnas, el sol que en la actualidad acompaña a Jesús en la Casa de la Hermandad.

En el año 2001 se encontró el hábito primigenio de Jesús y pudieron rescatarse los bordados de oro. Una labor muy complicada que corrió a cargo del especialista en bordados Francisco Perales de Torralba de Calatrava y que los trasladó a una nueva túnica de terciopelo.

Salvo la túnica del Hermano Mayor, todas las túnicas de los Hermanos son adornadas con bordados que ensalzan el paso procesional a imagen de Jesús en su trono. Todo un esfuerzo que cada integrante prepara con fe e ilusión.  Es ese bien inmaterial que va más allá de los bordados artesanales y que transmite un sentimiento creyente a cada generación. Entre los 370 Hermanos adultos y 30 niños perduran tanto las túnicas que han sido transmitidas con gran honor por los Hermanos familiares que los precedieron, y las nuevas túnicas que poco a poco van formándose con los años por los nuevos Hermanos. Toda una lección de entrega y reconocimiento a los predecesores que supieron convertir en profundo respeto la creencia y la fe en Nuestro Jesús de Medinaceli.

La imagen de Jesús dispone de varias túnicas que son utilizadas a lo largo del año y que forman parte del patrimonio artístico de la Hermandad.  Una de sus labores más delicadas es su mantenimiento y restauración.

Bernardo nos mostró los distintos estandartes y cordones que de forma mimosa esperan su día para ver la luz, este año si cabe con mayor sentido por la reclusión forzada provocada por la pandemia.

En la tarde del Jueves Santo cuarenta y seis anderos, repartidos casi por igual entre hombres y mujeres, portearán con sentimiento todos los valores que Jesús de Medinaceli representa no solo para los vecinos de Tomelloso, sino para toda España, fe profunda y devoción.

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