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El Libro es un Tesoro Escondido

por Mercedes Santiago
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Hoy quiero contribuir, con el poema “Mi libro”, al homenaje que la lectura de un libro merece y más cuando se aproxima la celebración del día que lo encumbra, el pasado 23 de abril. Día grande en el que cabe cualquier lectura bien sea de un verso, de un cuento, un ensayo o un relato que nos desvele la magia del interior de un libro al abrirlo e introducirnos en sus costuras, en sus entrañas para sorprendernos con su contenido que nos revelará secretos inéditos o nos transportará a territorios desconocidos que no creíamos posibles. 

      El libro no es sólo un título ni una portada es un tesoro escondido, escrito en clave con signos y sentimientos que únicamente el ávido lector es apto para descubrirlos.

      Feliz día, 23 de abril, a toda la civilización humana, principal beneficiaria, de la invención de los libros.

Me cautivaron …

tus temas, tus textos,

tu prosa, tus poemas,

la vetusta presencia de tus hojas.

Ese arrogante título

meditado hasta la sazón

por el autor que te rubrica.

Ese anaquel que presides

orgullosamente,

enamorado te exhibe.

Cuando te abro…

se detiene el tiempo,

vuelo a paisajes exóticos de mental recreo,

con profundo asueto cavilado,

navego por manantiales de amor… fresco

y miro por resquicios, de puertas, 

estrechos

que me descubren las lejanas épocas

y las futuristas eras.

Cuando leo… sueño, me entrego,

deliro, me desentiendo del mundo,

me mimetizo con el sonido, con el aire,

con los personajes

y con los estadios que estos engendran, 

apenas nacen, apenas mueren.

Imagino que vivo una leyenda

con caballeros y magos

que convierten la realidad en sueño.

 

Puedo encontrar amores, 

encontrar tesoros,

descubrir secretos que estaban ocultos,

derribar muros,

volar alto y lejos en tiempo record.

Cuando me entregas tu novela, tu poema

reseño las ideas nuevas

paginando con marcas 

tus renglones, tus lindes 

y  tus versadas entretelas.

Circundo y leo el prólogo,

la introducción,  el epílogo

para marchar al corazón del libro

y allí derretirme como un niño.

Quisiera volar libre

sobre los alféizares de las bibliotecas

y sobre sus veneradas repisas

buscando nuevos epígrafes literarios

con los que ensayar desconocidas pericias.

Sí leo, vivo en un presente cierto

o lo imagino.

Sí no leo, padezco por los rincones

en busca de un consuelo,

que no encuentro más… que, 

en los libros que leo.

Hoy cerraré este libro de ensueño

para continuar viviendo

la realidad que me lleva

a otros derroteros

donde la nostalgia fantasea

arrastrándome, de nuevo, 

a querer abrir un libro…

para perderme dentro.

 

 

M. Santiago Guerrero.

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