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Pintor todoterreno, Ángel Pintado

por forttaleza
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El pintor tomellosero nos cuenta el aspecto más personal de su trabajo y su obra.

 

            Soy una persona rutinaria, dedicada por entero a mi obra, no me gustan los grandes grupos de personas, me agobian, aunque obviamente tengo que asistir a muchos actos, por mi trabajo. Esta forma de ser puede dar la impresión de que soy alguien introvertido. Aunque es algo con el paso del tiempo me ha terminado importando poco.

             Ángel Pintado Sevilla nació en Tomelloso en el año 1955 y aunque ya apuntaba maneras y tenía dotes para la creación plástica, no fue hasta los veintipocos que decidió realmente dedicarse al arte. Fue gracias a uno de mis maestros —nada menos que Antonio López Torres—, a raíz de esta amistad decidí dedicarme a esto. Soy completamente autodidacta y me lancé a la piscina con todas las ganas del mundo. Ángel recuerda con cierta añoranza esos inicios en el mundo de la pintura. Hace poco en una exposición habían rescatado una de las obras que hice en aquellos años y sentí esa nostalgia porque creo que no era consciente de la fuerza con la que me entregué a este trabajo. A veces pienso si era consciente de lo que hice.

Sus padres, la espina clavada.

            El pintor nos cuenta, emocionado, que en su momento, la decisión de dedicarse al arte no fue bien acogida por sus padres, los cuáles querían un futuro distinto. Habrían preferido que me dedicase a algo más “seguro” por así decirlo, algún tipo de funcionariado, Correos por ejemplo. Pero lo cierto es que en aquel entonces fui egoísta y me lancé a mi actual oficio. Aunque es algo que tengo clavado, como una espinita. Que mis padres hubiesen visto que en este trabajo me ha ido bien y he conseguido muchas cosas.

Cuatro décadas, misma ilusión.

            Llevo alrededor de cuarenta años en este oficio, y sigo reivindicándome. Quizá no con esa ansia de la juventud, en mis inicios. Ahora eso lo he suplido con los conocimientos que he adquirido. Tengo muy claro lo que quiero hacer y creo que me faltará tiempo para hacerlo.

Siempre ligado a Tomelloso.    

            Ángel tiene su estudio y residencia en Tomelloso, además de ser su cuna de nacimiento. Aquí tengo mis espacios, mis lugares. Tomelloso es una fuente de inspiración por lo que siempre acabo regresando a él. Por otro lado también tengo necesidad de salir, para cambiar de aires. He pintado en muchos lugares. A Madrid, por ejemplo, voy mucho, por amistades y por trabajo, pero Tomelloso es mi lugar. Destaca además el valor de las redes sociales; bien utilizadas, son una herramienta muy valiosa, porque te permiten visibilizar tu obra y llegar a mucha más gente —o descubrir exposiciones en otras ciudades— sin necesidad de ir a la aventura.

            El pintor sostiene que el arte es una forma de no morir, de perpetuarse. Además, por ejemplo un cuadro, no es solo la obra en sí misma. Significa el recuerdo que evoca en esa persona, el momento en que lo recibió, se lo regalaron…

         Un pintor con diferentes técnicas.

            Afirma Ángel que él ha probado todas las técnicas de pintura que hay, que no se ha centrado en una sola. Por fortuna para mí he podido desarrollarlas todas, he tenido ocasión de pintar y crear lo que yo he querido. Incluso a veces en contra de ciertas opiniones. Tuve una época en la que me dio por pintar desguaces y una galerista, para mi sorpresa, me dijo que eso era algo triste, y que la gente no quiere tristezas en su salón. Con esas pinturas al final gané dos premios nacionales.

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